El señor Domínguez había terminado su jornada lectiva de ese día del mes de abril. Como en otras ocasiones terminó cansado, aturdido y con la garganta destruida de tanto hablar. Por más de 4 horas había atendido su cátedra de ética empresarial y nuevamente terminaba el día insatisfecho con sus propios resultados y con las actitudes que mostraban sus estudiantes hacia el curso. Incluso al salir del aula, escuchaba los rumores despectivos de los estudiantes sobre el curso de la lección. Esto se había repetido por varios días, hasta uno de tantos decidió conversar con la señora Amidala, profesora de filosofía de la misma Universidad. La profesora Amidala, tenía buena reputación sobre el acercamiento que tenía con los estudiantes en sus lecciones y sobre como ella, realizaba la dinámica de clase. Aunque recibía varias críticas despectivas de sus colegas, la verdad es que a la fecha nadie había visitado sus lecciones para determinar la veracidad de los comentarios escuchados en los pasillos.
Al terminar la tarde, esperó que la profesora Amidala terminara su lección acostumbrada en el salón de eventos. Al salir el último estudiante, el señor Domínguez, miró hacia dentro de la sala y pudo ver la profesora Amidala terminando de arreglar parte del mobiliario de la sala. El señor Domínguez, profirió un sonido con la garganta para ser notado y al instante Amidala, se percató de su presencia. Le saludó amablemente y le invitó a pasar a la sala. Lo primero que el señor Domínguez pensó fue como podría dar lecciones en un espacio tan amplio, casi parecía una sala de fiestas de no ser por la cantidad de sillas colocadas en forma de semicírculo en el interior de la sala. Amidala se dio cuenta de la expectación del señor Domínguez y de inmediato le comentó que prefería dar las lecciones en un lugar donde tanto ella como sus estudiantes pudieran tener la libertad de moverse y expresarse con libertad y no en los típicos auditorios donde la atención se centraba sólo en ella. Le continuó explicando que el mobiliario simple y dispuesto en círculo, dada una sensación de igualdad y libre participación, al mismo tiempo que mejoraba el contacto visual entre los estudiantes y promovía la interacción entre ellos. “Ahora ya casi ni hablo, señor Domínguez, ahora me dedico a ver y a escuchar- dijo la profesora Amidala. Este comentario caló fuerte en el pensamiento del señor Domínguez y le recordó un poco su fuerte dolor de garganta producto de su alto esfuerzo por el habla.
El señor Domínguez, impactado por lo visto y oído, le preguntó como hacía para que sus estudiantes hablaran y pensaran en los temas del curso, (en el fondo pensaba que hablaban de cualquier cosa menos los temas del sílabo), sin que la discusión se volviera vaga y escueta. Bueno señor Domínguez-, le dijo Amidalda-no crea usted que esto fue de la noche a la mañana, el proceso de hacer pensar y hablar sobre su pensamiento más estructurado ha sido una ardua labor, que empezó con mi propio convencimiento y el firme convencimiento de romper mis antiguas idea de enseñanza. Sin embargo, continuó ella, el resultado ha sido satisfactorio; ahora me preocupa lo que piensan y cómo aprenden en vez de preocuparse tanto por el contenido, al fin, el contenido es cambiante y renovable, pero el aprendizaje y el pensamiento deben ser la base sobre la cual se siente todo el proceso formativo de la docencia. Enseñar a aprender es enseñar que el mundo no es un todo terminado, sino que el pensamiento es el vehículo por cual, cada uno puede construir un mundo cada vez más mejorado.
Intrigado por los comentarios el señor Domínguez le pidió si le podría ayudar con algunos consejos sobre cómo mejorar su lección a fin de lograr al menos parte de ese sentimiento de satisfacción que divulgaba Amidala.
Amidala le dijo cálidamente: señor Domínguez, esto es una aventura, no piense que todo saldrá bien a la primera, pero el esfuerzo es importante. Le voy a dar unos consejos que puede aplicar desde ahora para que los muchachos vean cómo usted también está en proceso de cambio y que sus clases serán una forma de invitarlos a ellos a descubrir su propio potencial creativo y de pensamiento reflexivo.
Las recomendaciones fueron:
• Primero que todo conozca a sus estudiantes, hábleles por su nombre y fomente un ambiente cálido al llegar a su clase.
• Invíteles por medio de preguntas para estimular la curiosidad sobre un tema al inicio. Use preguntas guía, no preguntas que los afronten, sino preguntas que reten el interés de sus estudiantes.
• Utilice herramientas más dinámicas, presentaciones, ayudas visuales, videos, películas, canciones, elementos que no haya utilizado y que promuevan el interés y la creatividad tanto suya como de sus estudiantes.
• Enséñeles a pensar en forma crítica. Instrúyales sobre la capacidad de reflexión, pensamiento complejo, diversidad de puntos de vista y capacidad de auto-crítica, y a someter su propio pensamiento para el juicio de los demás.
• Enséñeles a no tener miedo a expresar sus ideas. No permita la burla ni los comentarios soeces, ni permita que unos estudiantes subyuguen el pensamiento de otro. Anime a cada uno a participar libremente como si fuera una conversación abierta y animosa.
• Hable usted menos y deje que ellos piensen más. Rete su inteligencia, someta a prueba sus argumentos, diga que le den ejemplos, contraste sus opiniones y haga que ellos valoren sus propios comentarios.
• Fomente la escucha de todos con atención permita que los estudiantes se expresen y que todos los demás escuchen, pregunte a unos sobre los comentarios de otros, y obligue a que presten atención a todos.
• Sea un modelo de pensamiento, conversación, autocontrol y disciplina. Trata que lo vean como un ejemplo pero no domine su atención, ni trate que sigan su pensamiento, motive la creatividad y la divergencia.
• Organice debates tanto virtuales como presenciales que motiven constantemente la participación de todos los estudiantes.
• Plantee casos, problemas mal estructurados y modelos de búsqueda de soluciones que promuevan la interacción, juicio, y actividades participativas de los estudiantes así como el trabajo colaborativo.
• Solicite formas de control documental creativas de los estudiantes sobre los temas revisados. Pida que preparen blogs, portafolios, ensayos, foros, y otras actividades que motiven más la creatividad que la repetición memorística. Evalúa a la luz de la creación, la propuesta significativa y la solución de problemas. Pida que documenten su progreso y reflexiones analíticas sobre su desempeño.
• Además, enseñe y fomente la autoevaluación, del curso, de su propio desempeño y del curso; solicite retroalimentación sobre las mejoras que propondrían para sus sucesores sus momentos más significativos y aquellos que fueron más alejados de su interés. Cree un banco de estas respuestas y analice con detenimiento los avances y las mejoras que con base en estas indicaciones usted mismo ha logrado.
El señor Domínguez, tenía una expresión de ansiedad en su rostro, la que Amidala leyó de inmediato. No se angustie señor Domínguez –dijo Amidala-, el cambio es lo difícil, pero cuando inicie se dará cuenta de cuan ventajoso es, empiece por lo poco y agregue cada vez más elementos como los que le mencioné, pero no se quede solo con ellos. Lea, investigue, documento, revise y someta a prueba las diferentes técnicas. Cada grupo y lección son únicos y sólo la lectura ávida de cada uno de ellos, le dará las instrucciones para proceder. Esfuércese es saber cuáles son intereses y cómo quieren aprenderlo de modo que el aprendizaje sean tan significativo para ellos que logren una comprensión profunda de los temas y un desarrollo de pensamiento cada vez más complejo, estructura y prolífero.
Si quiere puede venir a mis clases y yo voy a las suyas, así podemos empezar un proceso de diálogo sobre mejoras de sus cursos, y de paso sobre mejoras que yo misma puedo aplicar. A lo mejor podemos iniciar un proceso de revisión de todos nuestros cursos y mejorar mucho nuestras técnicas tradicionales con el apoyo mutuo.El señor Domínguez, quedó muy complacido con la idea, le parecía algo retadora, pero a la vez, productiva. La idea de contar con el apoyo de Amidala, le restó mucho a su preocupación y salió decidió a realizar cambios sustanciales en su práctica pedagógica.
El pensamiento crítico es una demanda de la sociedad actual, inmersa en cambios tecnológicos, científicos y filosóficos, la cual exige respuestas cada vez más creativas y complejas para la solución de los problemas actuales. Para atender estas demandas el pensamiento crítico y la creatividad son herramientas esenciales para lograr la transformación de la sociedad, creando no sólo sujetos con mayor juicio reflexivo, sino sociedades más creativas, productivas y auto-sostenibles.